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Escrito por Gloria Gitaroff
Las resistencias a escribir
(basado en el libro Claves para escribir- Del primer borrador al texto publicado. p. 11 y siguientes)
"Resistencias a escribir" tenemos todos: escritores o simples escribidores, ninguno escapa a momentos de detención, de falta de ideas, o de problemas para expresarlas.
¿Por qué las llamo resistencias, tal como se habla de las resistencias en el tratamiento psicoanalítico?
Es que la palabra escrita, (tanto como la hablada) es uno de los lugares por donde se filtra lo inconsciente que habita en nosotros, y que se resiste a ser descubierto.
Los diarios íntimos, las cartas de otras épocas, así como ahora ciertos blogs, mails, y mensajes en las redes sociales, al mismo tiempo que se dirigen a otros, pueden esclarecer sentimientos e ideas de quien los escribe, en una serte de "elaboración a través de la escritura". Al leer lo que escribimos, si vislumbramos cuestiones inconscientes, es posible que dejemos de escribir.
Tal como dice Serrat:
“Busqué, mirando al cielo, inspiración
y me quedé colga'o de las alturas,
por cierto al techo no le iría nada mal
una mano de pintura.
luego miré por la ventana y me fugué
con una niña que iba en bicicleta […]”[iv]
Puede ser que se nos dé por "fugarse con la niña de la bicicleta" o "evitar trabajar" demorándonos en preparar un café; tener una sensación de falta de ideas o lanzarse a tareas repentinas que se vuelven falsamente necesarias, como escribir gran cantidad de mails, ninguno de ellos urgente ni importante. [v]
Además, se suman otras angustias originadas en el superyó, el ideal del yo y la realidad.
Del superyó surgen los padres de la infancia, (en tanto figuras internas idealizadas que siguen actuando en nosotros) y frente a ellos aparece la desvalorización, de ahí el dicho frecuente de “no sé escribir”. Es la clásica desvalorización del neurótico, (recordemos que todos somos un poco neuróticos) que nos conduce a estar convencidos de la supuesta insignificancia de nuestro escrito, o de nuestra falta de habilidad para expresar lo que queremos decir.
Freud agrega un caso típico de esta inhibición cuando dice: “el yo no tiene permitido hacer esas cosas porque le proporcionarían provecho y éxito, que el severo superyó le ha denegado sobre todo en el campo de las actividades profesionales”.[vi]
El ideal nos empuja a una perfección inalcanzable, y podemos quedar en desventaja frente a los escritores que admiramos y se nos esfumen las ganas de escribir, y pensemos para qué si total ya todo está escrito y mucho mejor.
Freud se aliviaba de estas exigencias compartiéndolas con Fliess, como cuando le escribió: “las tortuosas sentencias de mi libro de los sueños […] han herido cruentamente un ideal que llevo en mí”.[vii] O bien tratando de comprender qué le sucedía, escribiendo su autoanálisis, o la teoría, la clínica y como dijimos en las cartas.
Encontramos un ejemplo de esta “elaboración por medio de la escritura” en otra carta que le envió a Fliess, donde le dijo, refiriéndose a una dificultad que padecía por entonces: “la inhibición a escribir me parece destinada a impedir nuestras relaciones”.[viii]
Al encontrar el nexo entre la imposibilidad de escribir, mencionada en la carta anterior, y esta otra carta en que la liga a la relación con su amigo, pudo remontar su ocasional inhibición y continuar escribiendo.
Poder aceptar que todos nos tropezamos con las resistencias a escribir, buscar de dónde provienen, muchas veces conversando sobre ellas con interlocutores válidos y amistosos, y si son muy severas, consultar con un analista para descubrirlas, son algunos de los caminos posibles.
Referencias
[i] Julio Cortázar , “Diario de un cuento”, en Deshoras, Buenos Aires, Nueva Imagen, 1984.
[ii] Sigmund Freud (1937c), “Análisis terminable e interminable”, O. C., Buenos Aires, AE, T. XXIII, p. 224
[iii] Jean Laplanche y Jean Bertrand Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Labor, 1971.
[iv] Joan Manuel Serrat, “No hago otra cosa que pensar en ti”, canción del CD En tránsito, Barcelona, Ariola, 1981.
[v] Rosa Montero, La loca de la casa, Madrid, Alfaguara, 2003. (El título alude a la frase de Sor Juana Inés de la Cruz “La imaginación es la loca de la casa”).
[vi] Sigmund Freud, op. cit., p. 86.[vii] Sigmund Freud, carta a Wilhelm Fliess Nº 114, 6-8-99, Madrid, BN, IX, p. 3625.
[viii] Sigmund Freud, carta a Wilhelm Fliess Nº 66, 7-7-97, Madrid, BN,IX, p. 3576.